By: Norma Morel
Estoy frente a mi Madre y no puedo abrazarla ni besarla. Estos son los tiempos de la pandemia debido al Coronavirus que suena a nombre de Festival de Rock.
Estos extraños días de contingencia y cuarentena están haciendo emerger tantas complejidades que me doy cuenta de lo sencillo que puede ser la vida y eso que viajo ligera de equipaje, pero eso sí, con mucha lentejuela. No hay palabras para describir las nuevas sensaciones, amén de las preocupaciones.
Desde hace varios meses el tema es candente mundialmente y no es para menos. Ni la huella del Ser Humano en la mismísima Luna del 20 de julio de 1969, ha mantenido a la humanidad en un ir y venir de noticias unas reales, otras falsas, otras perversamente falsas.
Que si es un virus creado en laboratorio, que USA se lo tiró a China, que China lo inventó y se descontroló, que es un falso rumor para paralizar la economía, que será cosa de los Rusos, que los iluminatti crearon todo para cambiar el orden mundial, que los mexicanos somos inmunes y hasta los marcianos nos hacen los mandados. Todo parece de ficción y puede que lo sea, menos lo último.
Entre que son peras o manzanas, cierto que hay dos preocupaciones mayúsculas: la SALUD y la ECONOMÍA. No me refiero al Dow Jones, Nasdaq y demás índices bursátiles. ¡A mi qué!, yo soy de a pie como miles en el planeta. Pero sabemos que sí es para preocuparse porque lo que se tambalea arriba, hace colapsar hasta al último punto de la larga fila de etcéteras.
En cada país a donde el aventurero Coronavirus anda turisteando, se toman diversas medidas y se hacen pronunciamientos.
Nada más democrático que este virus. Los ricos y los pobres lloran parejo, las bolsas se caen, los sistemas de salud se ven rebasados, los políticos tratando de tapar el sol con un dedo, los locos enloquecen más, los cínicos también, los flojos encuentran su panacea, la violencia crece, los memes cada vez más chistosos, los padres de familia gradualmente van de la precaución al terror -más por no saber qué hacer en familia que por el miedo al contagio-, las empresas angustiadas entre pagar impuestos o pagar sueldos, los negocios entre cerrar y dejar de comer. La incertidumbre es la constante, pero también uno se acostumbra a eso. El caos tendrá que cambiar de nombre porque ya nos es demasiado familiar y hasta le agarramos cariño. Dicen que un Sobreviviente es quien responde mejor al cambio y los mexicanos hasta hemos avanzado en reversa. Ahí nomás….
En el mundo entero los organismos empresariales expresaron su posicionamiento solicitando beneficios para dar la batalla: estímulos fiscales, plazos mayores para presentación de obligaciones fiscales, tazas preferenciales en créditos, plazos para pago de servicios y un sinfín de peticiones que son los mínimos indispensables para continuar con vida después del ocaso.
Pero quienes no están organizados bajo el cobijo de alguna entidad, se las tienen que arreglar solos y por eso vemos hordas humanas atiborrando diariamente los sistemas de transporte para llegar a la chamba y sacar el día-a-día con la esperanza de no acabar contagiado, o los que rebasan los 60 años, pensando en quitarse la edad para que el virus no los reconozca.
Lo que sí es cierto es que después del revolcón de la Ola, las cosas serán MUY distintas.
No olvidemos que existen los ODS 2030, Objetivos de Desarrollo Sostenible y que seguramente este tsunami acabará por posicionar varias agendas de manera acelerada. Veo cómo de manera transversal, la Inteligencia Artificial tendría un lugar importante para el cumplimiento de cada uno de los 17 Objetivos. Vislumbro que de un plumazo muchos procesos industriales se automatizarán lo que significa sí, miles de pérdidas de empleos por un lado y creación de otros, cambios profundos en las estructuras de negocios y habilidades laborales. La Economía definitivamente está pasando por cirugía estética total y saldrá una despampanante Economía 4, 5 o hasta 7.0 reloaded, el dinero estará un paso más allá del Bitcoin. Posiblemente nos implanten un microchip en la piel. Yo lo pediré en los labios para hacer transferencias seguras.
Muchas pérdidas y muchas ganancias como en cualquier campo de batalla. Incluso se habla que ésta podría ser la 3ª Guerra mundial sin misiles, aunque misiles biotecnológicos. Estamos entrando al futuro “a golpe de sol y de agua”, como la hierba que crece en el valle, parafraseando a Serrat.
Debería estar escribiendo aportaciones pertinentes, estratégicas para que las PyMes no nos vayamos a pique, pero lo único que se me ocurre por ahora, es esto. Mi espíritu resiliente sonríe.
No todo es perverso ni despiadado. Si salimos no tan despeinados, les contaré a mis nietos como un gran privilegio estar viviendo esta situación siendo testigo y protagonista de uno de los momentos históricos más interesantes en la historia contemporánea de la humanidad que acabará por delinear el futuro.
Mientras todo alrededor da vueltas, en lo personal estoy en un proceso de admiración de las cosas sencillas:
Descubrí que el olor a naranja enloquece de alegría a mi pequeño perrito, Bolero, que tiene nombre de género musical y se mueve entre las líneas románticas de una partitura con canino ímpetu.
Que, aunque hacer Home Office no es nuevo para mí, sí es nuevo bajo estas circunstancias de imposición ajena a mi propia disciplina.
Que extraño mucho a mis Seres queridos que les agarró lejos y sorpresivamente el #QuédateEnCasa como cuando jugábamos de niños “a las estatuas de marfil”.
Que extraño a mi familia laboral, con los que a diario el abrazo y beso del “buenos días” tiene un significado prometedor del trabajo en equipo.
Que tengo la suficiente paciencia para permanecer “encerrada” pero que mi imaginación tiene más puertas para abrir, que la que me impide salir a la calle.
Que estoy cocinando diariamente y que tengo buen sazón.
Que el destino escrito en las manos se puede borrar por el cloro de tanto que las lavo.
Que todo lo que corre por mi cabeza pasa muy rápido para lo que quiero decir y se atora en la tinta de la HP.
Lo estoy inventado, pero sonrío al imaginar que un locutor en la radio anuncia: “Y ahora con ustedes “She Loves You Yeah Yeah”, de los Birus”
Me preguntaré al final de toda esta situación, si este virus llamado “Coronavirus”, merece una corona real por poner al Mundo en su lugar, sea éste cual resulte ser.
Por cierto, vi en Twitter que el Príncipe Carlos heredero a la Corona de Inglaterra dio positivo a la prueba del coronavirus. Paradojas de la Corona.
También vi en Twitter que en Venecia están regresando a su hábitat delfines, patos, peces y que el cielo es más azul en varios países.
Bien que podemos darnos cuenta de lo superfluo y que podemos vivir con muy poco. Pero que sin abrazos y besos la vida no es igual.
Y lo peor es que lo prohibido se antoja más.
¡Qué ganas de abrazar a mi Madre y de darle muchos besos!